martes, 4 de septiembre de 2007

Colonia a Marte

Giré sobre mí mismo. Caía por la ladera de la montaña sin freno a una altura de 16 millas en el Monte Olimpo, en Marte. Sentí que el traje con presión atmosférica incluida no iba a durar mucho. Intentaba aferrarme a los salientes pero me golpeaban como si solo fuera una gota de agua. Si no fuera por aquella pelea.... Si hace 2 segundos mi compañero de colonización no se hubiera vuelto loco.... Pero no. El mató a la tripulación y a mí me tiró por el precipicio. Creía que lo conocía. Creía que era mi amigo...

Por suerte, los de la NASA no visitan ningún planeta sin una seguridad adecuada. Encendí el reactor de la mochila e intenté equilibrarme, es dificil equilibrarte a una velocidad mayor de 150 km/h mientras tu cuerpo gira y gira sobre sí. Lo conseguí; me estabilicé y me eleve. No iba muy veloz, pero en menos de 10 segundos estaba allí, en la cima, mirando el horizonte rojo. Volví la mirada a mi compañero. Se había vuelto loco. Despeinado, sin una sola muestra de cordura.... Se giró, cogió la pistola y disparó. Suerte que yo me elevé a tiempo en mi reactor para esquivarlo, pero me dió, un siseo y una bocanada de aire salio de la parte trasera de mi mochila.

Me lo quité a tiempo para que estallara. Me apuntó otra vez, Me agazapé detrás de la nave. Arranqué la cubierta metálica oxidada de ella y saqué dos cables electricos. Venía. Se acercaba lentamente hasta que, ¡BOOM! Vi la cara electrocutada de mi compañero por última vez en su vida. Gané. Sí pero... ¿a costa de las vidas de toda mi tripulación?

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