viernes, 10 de abril de 2009

Poesías de un adolescente aburrido

A raiz de unas horas sin elementos electrónicos a mi alrededor (ya sé, normalmente esto de desenchufarse del ordenador y tal es un día, pero nuestro profesor de ética es muy comprensivo, y con que estemos "solo" 5 o 6 horas sin utilizar ordenador, televisión, consola, móvil, mp3... ya está contento) terminé y escribí 2 poemas. El primero, lo he llamado "visita mortal"; el segundo, "el hombre del castillo":


VISITA MORTAL

Y entre los sabios cuandernos
yace medio dormido
en mí un rojo infernos
cada vez más tímido,
cada vez más gélido.

Y entre la penumbra profunda
nace una figura alta,
negra y en capa enfunda,
perfecta y sin falta,
que anda detrás de mi alma.

Sedienta de vida
avanza sin prisa
es libre del tiempo
es ella la muerte
En mala suerte
me hallé 
cuando la encontré,
mientras mi último gran poema
de mis manos surgia

"¡Véte!", bramé.
"¡Vete, déjame en paz!", supliqué.
Ella, tan soberbia y serena
sacó su guadaña entera
para conseguir mi alma entera.

"¡Vete! ¿No ves que ya casi he acabado!?
¡Fuera de mi guarida, ente desalmado!
¡Mi vida, mi obra, ya casi terminada!
¡Oh, muerte malvada,
¿por qué acabar no me dejas
la obra que tanto quitarme festejas?!
Solo te pido un minuto.
¿qué es para tí, desatada del tiempo,
tal insulto?"

Ella, como el sino fuerte,
arranca mi alma de mi cuerpo inerte
y ahora al infierno
me condena eterno



EL HOMBRE DEL CASTILLO

Yo Vivo
como el hombre del castillo.
Desde mi alta torreo veo:
cómo liberan al reo,
cómo encarcelan al pensador
que una vez pensó en un mundo mejor,
cómo los políticos se depravan,
cómo los empresarios de los impuestos de desgravan,
cómo despiden leales trabajadores,
cómo de esclavos son compradores;
cómo los jefes demagogan,
cómo las crisis al pueblo asolan,
cómo compran y venden armas
y luego lloran desinteresados por perdidas almas;
cómo se fracciona la sociedad
cómo pierde la humanidad
contra sí misma la batalla
que una y otra vez estalla.
Yo vivo
como el hombre del castillo,
aislado de esta sociedad loca
que ya no evoca
antiguos deseos y pasiones,
antiguos rituales y canciones.
En contra de esta forma de vida
sin razón y vestida
de modernidad e hipocresía
"¡Despierta!", canté en mi oda a la fantasía.
Mas ahora yo vivo
como el hombre del castillo
encerrado sin dolor ni compasión
sólo en mi imaginación.

1 comentario:

  1. Perales, están muy bien, mis felicitaciones; aunque nunca me superaras ¬¬

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