domingo, 3 de julio de 2011

El joven saltador


Me gustaría aprovechar el verano para escribir, y plasmar, algunas ideas que tenía en el tintero, como esta. Ya no se trata de tiempo; se trata de ganas.

-¡Juan, por favor, no lo haga!
Pero Juan ya no escuchaba. Tras años de hastío personal, se asomaba a la cornisa de aquel edificio donde vivía, dispuesto a saltar. ¿Cómo un muchacho de 16 años podía pensar siquiera en suicidarse? Nadie lo sabía.

-¡Antes de que hagas nada, aquí hay una persona que quiere hablarte! -comunicaba el inspector de policía por el megáfono a Juan, quien, desde la esquina de aquel edificio de 10 plantas, apenas pudo distinguir la figura de su padre entre el cerco de personas expectantes.
-¡Hijo, no te tires, por favor!
-¿¡Y si no, qué!? ¡Estoy harto de que pases siempre de mí, parece como si no te importase!
-¡Claro que no! Pero a todo esto... ¿Dónde dejaste el mando? Por favor, lo necesitamos, ¿cómo lo vamos a encontrar si te mueres? La última persona que lo cogió fuiste tú. ¡Averigua ahora dónde lo pusiste! Ya he buscado en el salón y nada.

El chaval, atónito, pensaba que estaba alucinando. Aquello no podía ser verdad. Su padre le pasó el megáfono a su madre:

-¿Juanito, estás bien? Aquí habla una persona razonable, no como tu padre – y fue fulminante la mirada que le echó a este, que respondió con un “es que no se puede ver la tele sin el mando”.

Más aliviado, pero igualmente tenso, Juan repitió que no quería bajar de allí.

-Pero Juan... con la de ropa que te he comprado para ahora para verano, ¿te vas a suicidar, en serio? ¡Mira que bañador más chulo, si es que te viene ideal! -el chico respondió muy malhabladamente- Ah, ¿que te da igual, que te vas a suicidar? ¡Si lo haces, que sepas que vas tú a comprarte la ropa de aquí en adelante! Encima de que me he pateado media ciudad mirando escaparates, ¿para esto? Nada, nada... Para que luego digan de que un hijo aporta felicidad. La próxima vez, te doy el dinero y vas tú a comprarlo.

Juan, desesperanzado y con menos fuerzas después de escuchar a su familia, se estaba acercando cada vez más a la cornisa. Su hermana pidió el megáfono para hablar con él.
-¡Hermano! ¡Que te vas a matar!

Riendo por lo absurdo de la conversación, el adolescente respondió que sí, que lo haría por todas esas personas que le han abandonado tan miserablemente, y otras cosas que una niña pequeña no respondería, y que no iba a explicar delante de tanta gente.

- Entonces Juan... ¿me das la contraseña de tu portátil? Es que he intentado acceder desde que esta tarde te subiste ahí arriba pero nada, no hay manera. Y he probado con tu nombre, con tu apellido, con el de esa chica que te gustaba... pero no hay manera. ¿Lo tienes apuntado por alguna parte?

Recuperado de la conmoción ante los interesados comentarios de la familia, el inspector dirigió unas duras palabras a la familia y agarró bruscamente el megáfono.
-¡Juan, por favor! ¿Está totalmente seguro de que quiere suicidarse? ¡Recapacite, que vida no hay nada más que una!

Aun después de lo pasado, dubitó. Pero al finalmente respondió con un desgarrador “sí”.

-Una última cosa... si no le importaría, Juan, procure caer dentro de la acera. Los forenses vienen de camino. Hasta que ellos no lleguen, no podemos mover el cuerpo, y en pleno centro, no es cuestión de ir cortando el tráfico si se puede evitar, ¿me entiende?

3 comentarios:

  1. Creo que, afortunadamente, no estás retratando a tu familia.

    Por cierto, si decides tirarte, ¿puedo copiar tus cuentos y decir que son mios?

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  2. jajajajaja no a lo de mi familia (no la estoy retratando, ni de lejos) y no a lo de los cuentos también. No te hace falta; ya escribes unos muy buenos FBM.

    Por otra parte, el blog está bajo licencia libre... es decir, que los relatos pueden ser distribuidos y ser fuente de inspiración, sin pagar... pero siempre mencionando el autor de la obra original XD Así que, copiar copiar no, pero hacer una obra derivada (con algunos personajes, o continuando la historia) sí, estaría encantado

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  3. Yo creo que al final no se tira, para qué, si está claro que no lo van a echar de menos. A pesar de la situación tan dramática me resulta muy simpático el cuento-caricatura. Ah! y también me siento muy identificada con el personaje de la madre, jajaja.

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