Amigos se ha dicho

Este relato lo escribí en el curso pasado, durante una de esas clases en las que el profesor está de baja, y la Administración se olvida de nosotros, como si no le importáramos... Echamos un duelo entre un chaval y yo, a ver qué se nos ocurría escribir entre tanto barullo. Él escribió un relato melancólico, a mí se me ocurrió esto.

Los profesores nos están observando, así que tenemos que "hacer las paces" por cojones. Si no fuera por ellos, al desgraciado este le volaría la cabeza al listillo este. Menudo capullo, va todo el día chuleándose: que si saca las mejores notas, que si siempre viste con la mejor ropa, que si su padre casi siempre viene a recogerlo... Sabe de sobra que se está pasando, a la gente como yo su padre le dice que se busque la vida, ¡y a él lo viene a recoger y todo en coche! Y eso que vive a menos de diez manzanas. ¿Quién se cree, siempre sonriente, incluso a primera hora de clase? A esa hora uno se duerme, o se pasa lo que dice el profesor por donde yo me se, pero lo último que hace es atender.

El gafotas se acerca a mí, entre risueño y desafiante. Los profes todavía nos miran. Tiendo la mano y digo:

- ¿Entonces qué, amigos? -miento, a la salida nos veríamos las caras de nuevo. Hoy es miércoles y su padre no lo recoge.

-Amigos -responde él, extendiendo la mano. La abre, y veo que sujeta una anilla metálica. Pero no una de una lata de refresco, no. Parece más bien la de una...

La explosión rompe todos los cristales de la primera planta.