sábado, 3 de noviembre de 2012

Soñé que no tenía miedo


-Explíqueme Alberto, ¿en qué consiste su sueño exactamente?

El doctor estaba sentado en una silla de madera, inclinado para escuchar. En cambio, él se acomodaba en un confortable sofá negro, que chirriaba al moverse.

-Verá, en mi sueño siempre estoy haciendo algo distinto, como cocinar o guardar la ropa, pero ocurre lo mismo. Sin previo aviso, corro hacia la ventana de mi cuarto, que da a un parque. Salto por encima, con un fuerte impulso -matizó Alberto, con un esbozo de euforia en su boca-.

-Bien, todo apunta al síndrome del paracaídista -comenta el psicólogo, mientras anota algo en su agenda-. Luego, se lanza al vacío y se despierta...

-No exactamente. Cuando salto, lo hago como uno de esos nadadores de élite: junto los brazos, estiro las piernas, y me sumerjo en el vacío. -Alberto se remueve incómodo, y añade- Aunque, en realidad, yo... no sé lanzarme de cabeza a la piscina. Siempre me ha dado miedo.

-Hmm, interesante...

La secretaria golpea la puerta y sin esperar respuesta irrumpe rudamente.

-Señor Ramírez...

-¿Cómo de importante es? - El psicólogo era un hombre práctico.

-¿Recuerda el paciente que se medicaba con antidepresivos, y algo más? Bien, pues lleva un tiempo sin tomar lo que debería.

Salieron entonces rápidamente de la habitación, dejando a Alberto solo con un “disculpe un momento”. La ventana, abierta de par en par, dejaba correr una moderada brisa otoñal.

2 comentarios:

  1. Eso de soñar que uno vuela como nadando debe ser muy normal. Yo lo soñaba muchas veces, aunque mis vuelos eran siempre a no más de medio metro del suelo o de los obstáculos que encontraba por el camino. Saltar por una ventana solo lo he soñado una vez: estaba en plena guerra del Vietnam, me perseguían y huí saltando sobre una barcaza que pasaba por allí. Pero esa vez no volé.

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  2. ¿Soñaba que estaba en una guerra? Vaya, eso no tiene que ser muy relajante.

    En el relato, Alberto no sueña que "vuela", sino que salta. Como un suicida, pero no por miedo a saltar, sino por el deseo de saltar y vencer el miedo a tirarse a la piscina.
    Era difícil de plasmar, sin duda.

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