sábado, 5 de diciembre de 2015

La necesidad de votar



Quedan ya pocos días para las elecciones. Pero, quedasen pocos días o años, no es esta una reflexión banal ni pasajera. No es un tema que se oxide con el paso del tiempo, aunque desearía que así fuese. No es vergonzoso hablar de democracia, pero sí lo es llegar a tales extremos como en los que nos encontramos.

Cada nuevas elecciones, la abstención no hace más que aumentar y aumentar. En estas últimas, que han sido municipales y autonómicas (en el caso de Andalucía), 35.09% y 36.06%  respectivamente.

Los datos están bien, pero de nada sirve si no entendemos qué está ocurriendo de fondo. Y lo que ocurre es que cada vez la gente participa menos “en el sistema”. Por sistema, me estoy refiriendo a los parlamentos, a los gobierno, al Estado. A las instituciones que hoy gobiernan nuestras vidas, y que deciden qué se puede hacer y qué no, qué hay que fomentar y en qué hay que invertir. El Estado es, cada vez, menos un ámbito social y más un ámbito puramente inamovible. Está ahí, y parece que no se mueve.

Y eso no puede ser. No puede ser que soportemos, y no participemos, en la sociedad. No puede ser que las cosas “sean así”, que nuestra opinión no cuente, porque solo somos un individuo. Porque pensamos que solo somos nosotros quienes piensan “esto no debería ser así”.

Para eso, hay que lanzarse al vacío. Hay que atreverse a fallar, a cambiar de opinión, a estar de acuerdo con quien pensaste que nunca compartirías nada. Salir de donde estamos no es imposible, pero es costoso. Pero si queremos seguir viviendo en sociedad, en nuestra sociedad, es un coste que debemos asumir.

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