miércoles, 25 de mayo de 2011

El autoengaño humano

o el miedo como guía de la razón


Al final del ensayo he añadido un esquema conceptual, para dejar más claro mi pensamiento. Sin pinchan en la imagen podrán verla a tamaño completo. Nota: este artículo ha sido actualizado, ya que tuve que remodelarlo para presentarlo en la revista de mi instituto.



EL AUTOENGAÑO HUMANO:
o el miedo como guía de la razón

La libertad de expresión es algo que se valora actualmente y que caracteriza nuestra sociedad (bien por su presencia, bien por su ausencia). Es un derecho que consideramos, cuanto menos, inalienable. Sin embargo, la reinterpretación de ciertas personas de lo que significa libertad de expresión y pensamiento pone muchas veces en duda la cohesión entre las personas de una misma sociedad.

Ahora que he terminado bachillerato, puedo decir que he entendido a las personas algo mejor, aunque el comportamiento de algunas era un misterio hace unos años, y en algunos casos lo sigue siendo. No entendía (ni entiendo muy bien) cómo existen personas tan soberanamente pasotas, sexistas o racistas aún. Era algo que no podía plantearme comprender. ¿Por qué los demás van a ser menos que otra persona, por qué somos egoístas? Y, más profundamente, ¿qué pasa por la cabeza de un egoísta? La gente se queja, sí, aunque no siempre con motivo. Sin embargo, cuando quieres dialogar con ellos, te das cuenta de que la mayoría mantienen posiciones inamovibles o, cuando se han dado cuenta de que no llevan razón, sueltan alguna bordería para mantenerse incongruentemente en sus trece. “Hombre, que si estamos en una sociedad democrática, porqué no va a tener uno libertad de expresión, aunque esté deliberadamente equivocado”, pensarán.

Creo, sinceramente, que la realidad es otra. Mucho me temo que los egoístas no son más que gente con miedo. Y cuando hablo de miedo, no me refiero a un miedo por monstruos, fantasmas, y la última película que hemos visto en nuestra casa, a oscuras, por la noche. No, me refiero miedo a vivir, aceptar la realidad, a admitir que se está equivocado, un miedo interno insoportable. Porque, de estar equivocado, habría que cambiar de modo de actuar, habría que pensar; y, francamente, pensar implica un esfuerzo. Las personas con miedo a enfrentarse a la posibilidad de estar equivocadas toman decisiones incongruentes, que solo desde su único punto de vista se pueden mantener, de ninguno más. Llamémoslas decisiones no universalizables. En sus propias circunstancias, “tienen sentido”, pero si les tocase ser otra persona, decidirían algo distinto, incluso lo contrario. No se podría aplicar para todas las personas, y se convierten en personas oportunistas. No tienen nada de empatía.

Que nadie venga a hablarme de relativismo moral ni nada de eso. Mucha gente con la que vivo tiene miedo de tener que abandonar sus posturas, de tener que dialogar, ceder, de tener que enfrentarse a sí mismas. No, pensar es algo que todo el mundo puede, pero que solo unos pocos quieren. Los que no, cuando hablan, engañan, pero a la vez intentan autoengañarse. Intentan creerse que tienen razón, aunque en el fondo, muy en el fondo, saben que se equivocan rotundamente. Por eso, cuando les razonas que están equivocados, te dicen “ea, que sí, que lo que tu digas” o “puf, qué pesado eres”. Lo que sea antes de enfrentarse a sí mismos y decir “estoy equivocado; me tengo que aguantar, y empezar a pensar de verdad”.

Esto se materializa en dos defectos muy destacados: la envidia y la vanidad. Cuando descubrimos que otra persona nos supera en uno u otro aspecto, podemos tomar dos posiciones predominantes: admiración (aceptar la realidad, y tomarla en cuenta) o envidia (no aceptar la realidad). La envidia no es más que una tendencia a nivelar, a evitar admitir que hay gente mejor en tales o cuales cualidades, a desprestigiarla para igualarla a nosotros. Y la vanidad viene de la mano, y es otro paso más en el mismo sentido: es la tendencia a convencer que somos mucho mejores de lo que realmente somos. “Soy malo haciendo X, pero eso no tiene ninguna importancia. Soy fantástico en Y cualidad, que sirve mucho más”. Aunque no nos lo creamos, lo repetimos como un mantra, autoengañándonos. Nos duele aceptar la realidad, por eso creamos cortinas de humo para evadirnos. Y esto, por supuesto, afecta a nuestra manera de relacionarlos en sociedad.

Aun así, la solución no es cambiar de opinión por cambiar. Es cambiar razonadamente. No digo que exista un único punto de vista, sino que la mayoría de los que mantienen que debe de existir distintos puntos de vista es porque no quieren asumir las consecuencias de ser coherente. Ser coherente significa no variar de decisiones según nos interese. Otro ejemplo: un racista, que opina que las personas africanas, o simplemente de tez oscura, no deberían estar en su país (pongamos, en este caso, en España). Pues bien, podríamos simplificar mucho la diversidad de opiniones sobre la emigración, y distinguir dos tipos posturas: las universalizables, y las que no. Una persona que tome posturas universalizables, dirá: “bueno, y si yo quiero estar en otro país, ¿qué? ¿Por qué me lo tienen que impedir? Me duela o no, yo no tengo derecho a decirle a estas personas que se vayan sin ningún motivo. Y si elijo uno, yo también tendré que acatarlo”. Pero no, no son muchas de las opiniones que suelo escuchar. Si se defiende el racismo, que sea universalizable. Es decir, que si estás a favor de echar a alguien de “tu” país (¿los países pertenecen a uno u otro individuos? Tenía entendido que eran líneas pintadas en un mapa, por mutuo acuerdo entre varias sociedades), luego no viajes a otros países de fin de curso, o no pidas becas para estudiar en el extranjero. Claro, que así, es bastante difícil ser racista. Al menos, serían personas coherentes con las que, de una u otra forma, se puede dialogar y llegar a un entendimiento. No podemos decir “¡que se vaya de aquí!” cuando la gente llegue a tu país, y cuando somos nosotros los inmigrantes, defender la libre circulación de personas. Eso es ser hipócrita, y la gente hipócrita lo sabe. Pero no va a cambiar. ¿Por qué? Por miedo a admitirlo, y a admitir todas las consecuencias que derivan de nuestros actos.


Exista o no una única manera de pensar, hay mucha gente que utiliza como excusa esto último para esconder sus miedos. La gente quiere vivir autoengañada, porque es más fácil. Porque no tienes que pensar que la vida es compleja, ni tener pensamiento crítico siquiera. Solo hay dos colores: blanco y negro, rojo y azul, y si no eres de unos, lo eres de otros.

-¿Y si votamos a otro partido diferente?
-¿Para qué, si nadie más los vota? Qué idiotez...
-Hombre, con gente como tú, que se obceca en ver solo dos partidos, no va a salir ningún otro.
-Qué pesado te estás poniendo. Yo voy a seguir votando al mismo, porque tengo libertad de decidir, así que respeta mi opinión, ¿quieres?

Sinceramente hay que ser excesivamente hipócrita para decir esto, y pensar por dentro “si yo estuviese en su posición, si no estuviese viviendo donde vivo ahora, como vivo ahora, no pensaría como ahora, pero me da igual, porque yo estoy en esta parte de la sociedad y ellos en la otra. Enfrentarnos es ley de vida”.

Y así nos va. Así que recuerden, cuando oigan cosas estúpidas, sin sentido, y con argumentos flojos, es porque no quieren saber. Están engañados, lo saben y les gusta vivir así, con miedo a vivir, sin pensamiento crítico. Porque pensar es un gran trabajo, habría que atenerse a las consecuencias de razonar. Pensar, ser flexible pero argumentar con razones tu postura, se convierte en una distinción inusual en esta sociedad. Puedes tener la idea más genial del mundo, pero ¿cuánta gente se va a parar a pensarla de verdad y criticarla constructivamente? O la van a apoyar sin ni siquiera pensárselo porque les beneficia, o a reprobarla sin motivo. Ley de vida, dicen.


4 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. Opino como tu.

    ResponderEliminar
  2. ¿Estás seguro de que vas a estudiar física? En todo caso, tienes alma de filósofo.

    ResponderEliminar
  3. muy buena tu tesis pero es muy difícil cambiar la mentalidad de todo a un país. Envíala a los periódicos para que el país se de cuenta de como viven. Saludos al nuevo ortega

    ResponderEliminar
  4. Gracias APC! Me alegra saber que no estoy solo // FBM, sí, voy a estudiar física... Pero estudiar una carrera de ciencias, por ejemplo, no significa dejar la literatura a un lado. Asimov escribió sobre un montón de ciencias... y era escritor de literatura también // Pues no creas que no lo he pensado. Quizás, al apartado de "cartas al director" de el 20 minutos... Otra cosa es que me lo acepten por ser largo XD y por ser menor de edad

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...